
Recibir una herencia puede que no tenga que ver con que te llegue una notificación de la tia millonaria desconocida que te dejó toda la fortuna; en mi caso, tiene que ver con objetos cotidianos que corresponden al que fue pasatiempo favorito de mi abuela: bordar. El valor de esta herencia no tiene nada que ver con el objeto en sí, sino con un componente inmaterial: los recuerdos.
Estas obras reconstruyen esta herencia, sublimando la materialidad original de cada objeto en un intento de atrapar en resina esos recuerdos.